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CASA PARA ARTISTAS
Casa para artistas, Jaén.
En colaboración con D. Ignacio Marí y D. Manuel Mesa (Arquitectura).
Un conglomerado urbano de estrechas y abigarradas calles, fruto de un plan que por iniciativa municipal se ha puesto en marcha con el fin de recuperar el ámbito degradado, se toma como punto de partida de nuestro proyecto.
La forma irregular es una constante, encontrándonos solares de ínfimas e irregulares proporciones, dando como resultado arquitecturas desordenadas y con formas casi milagrosas.
Esta morfología le confiere a este barrio un carácter propio, siendo la luz su elemento dinamizador y la sombra el refugio encontrado en este laberinto inclinado.
El carácter heterogéneo de su estructura formal queda aunado por la aplicación de una ordenanza acertada y justa, condicionando toda actuación por medio de una serie de parámetros que ordenan y regulan la imagen y el espacio de la nueva arquitectura integrándola en la ya existente.
Nosotros tomamos prestado de la ordenanza los elementos que creemos son esenciales para mantener este carácter y preservar una arquitectura.
La proporción es clave en nuestro proyecto que, junto con el espacio y la luz, van a marcar las pautas a seguir.
Es la proporción de las calles, y su carácter sombrío, la que hace que el esfuerzo por subir las excesivas pendientes se convierta en un espectáculo de luces y sombras, como si la propia arquitectura hubiera querido compensar este camino en pendiente con un placentero paseo en sombra.
Esta luz- sombra es trasladada a nuestro proyecto, dándose tanto espacios bañados por la luz como otros que necesitan de ella. Vacíos llenos de luz para el trabajo y sombríos espacios para el recogimiento y la reflexión.
La marcada irregularidad del solar nos invita a introducir un elemento regular que, a la vez de ordenar el espacio, divide las funciones “público-privado” e invita a ser recorrido, haciendo de este un espacio mayor de lo que en realidad es.
Es el mueble (elemento regular) lo que condiciona el modo de vida dentro de la
vivienda. Es el que determina de manera flexible, donde se encuentran los espacios más públicos y los más privados, dejando el resto libre.
Con la incorporación de estudiadas perforaciones en nuestro mueble, introducimos nuevas variables. El efecto de las vistas a través de él hacen este espacio mayor de lo que es en realidad, además de hacerlo más sugerente.
No es un elemento divisor sino integrador de espacios, confiriéndose un carácter escultórico y singular.
Nuestra vivienda puede ser todo lo privada que uno quiera y todo lo pública que uno desee en cada momento. Está pensada para ser recorrida. El recorrido es la suma de acontecimientos, la sorpresa en cada giro… la luz escondida. Es un cúmulo de situaciones mimetizadas e interpretadas de un entorno que ha sabido responder de una manera casi mágica a la necesidad de cobijo frente al incisivo sol.
El muro medianero, junto con el de fachada, actúa como envolvente produciendo el acceso mediante un gesto contenido y preciso. El fondo que encontramos al atravesar este umbral es un patio bañado por la luz al que acompañan en su soledad dos piedras que nos indican que ahí está la puerta. En contrapunto a este envolver, aparece el mueble para organizar.
La luz , atrapada en el interior de este muro y alrededor de este mueble, se acentúa con la incorporación de elementos de color claro en las envolventes interiores. Son la caliza en los suelos, las paredes enyesadas y la madera de haya en el mueble.
En cuanto al programa nos parecía indispensable plantearlo en función de quien va a vivir en nuestra vivienda. La que proponemos puede ser habitada por dos individuos. El programa no define de qué modo debe ser habitada sino quien debe hacerlo y de qué modo.
En nuestro caso el programa es compartido. La planta baja es la parte más “pública” y se plantea como un espacio de relación, a la vez que se incorpora un hueco enrasado con el suelo haciendo suya parte de la calle.
En cambio son las plantas primera y segunda las que albergan la parte más “privada” de este, incorporando un estudio para cada artista y planta (24.75 m2 y 22.45 m2 respectivamente) y un dormitorio y baño para cada uno. Todos estos abiertos y solo separados y privatizados de los estudios por el mueble.
El programa surge del deseo de nuevos modos de habitar y nuevas relaciones, que nos parecen interesantes en este caso de convivencia entre artistas, dándonos como resultado una vivienda que se ajusta a lo requerido en las bases de una superficie de 143.05m2.
Todo este esfuerzo formal y funcional se ve compensado con la resolución de la fachada, resultado de la suma de acontecimientos dados tanto en el exterior como el interior de la misma.
La sugerente proporción de las calles se respeta a la hora de componer el paño de fachada ya que es el carácter que le confiere ésta lo que más se valora. La composición de los huecos, aparentemente libre, es la suma de las pautas dictadas por la ordenanza en cuanto a modulaciones, simetrías y proporciones.
Nos parecía de vital importancia que al acceder, de forma tangencial, se nos presentara como una piel tensa en la que el único elemento que resaltara fuera la puerta de acceso en planta baja. Su retranqueo y sombra proyectada hacen de éste un elemento representativo en la fachada, repitiéndose en algunos huecos y produciendo un efecto de claro-oscuro acorde con el carácter heterogéneo de este casco antiguo y sus fachadas.
El resultado, una vivienda sencilla con carácter introvertido que mira sin dejarse ver y que nace con la intención de ser filtro e imagen de un casco antiguo atípico. Una vivienda reflejo de la suma de acontecimientos producidos en el recorrido para llegar a ella.
Como respuesta al desorden, al abigarramiento, a la sombra, a lo público, al camino cansado, a la cuesta…encontramos el orden, la sencillez, la luz, lo privado, el descanso, lo horizontal…
Como resultado un muro que envuelve el espacio en su justo equilibrio, la luz en su justa medida y para el egoísta mueble la capacidad de ordenar, de contener, de dirigir…